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lunes, 7 de octubre de 2013

¿ Y CON ESTE PANORAMA LA JUNTA DE ANDALUCÍA VA A DOTAR DE PERSONAL AL CHARE DEL GUADALHORCE?

DOS AÑOS LLEVA CERRADO EL CHARE DEL GUADALHORCE Y LE ECHAN LA CULPA A ENDESA

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FUENTE. DIARIO SUR



Los recortes en la sanidad pública malagueña, que empezaron a aplicarse como medida excepcional para buscar un ahorro inmediato con el que paliar los efectos de la crisis, se han convertido en una enfermedad crónica que mina sin solución de cura a los pacientes y endurece el trabajo de los profesionales. Los tijeretazos adelgazan los gastos de hospitales y centros de atención primaria en la misma medida que engordan las listas de espera. Ese afán por reducir costes ha dejado de ser algo puntual para convertirse en un hecho habitual para desconsuelo de los ciudadanos, que soportan mayores demoras para ser atendidos, y para desesperanza de médicos y enfermeros, por la imposibilidad de resolver los problemas con menos medios. Las contrataciones de profesionales al 75 por ciento de jornada, en vez de al cien por cien, ponen contra las cuerdas a muchos servicios, cuyas dificultades para resolver la demanda de la población con solvencia se han disparado, como los de oncología de Carlos Haya y el Clínico, lo que repercute negativamente en los pacientes con cáncer.

La incorporación de personal ha descendido hasta una profunda sima. La directriz que transmiten los gerentes de los hospitales y de los distritos sanitarios es que se sigan ofreciendo los mismo servicios que en la época de vacas gordas, pero con menos profesionales y recursos. Y eso es como pretender la cuadratura del círculo. La no cobertura de sustituciones, bajas o jubilaciones es un pesado lastre para los centros sanitarios públicos. «El más con menos no funciona en sanidad. Es imposible dar la misma calidad a los enfermos si las plantillas están cogidas con alfileres. Hacemos todo lo que podemos, pero los milagros se nos escapan», afirmó un médico especialista.

La consecuencia de esa situación es el incremento de la lista de espera quirúrgica y diagnóstica. A ello se une que el tiempo medio que aguardan los pacientes para ser vistos ha aumentado en el último año (especialmente elevados son los retrasos en las revisiones). Otras repercusiones directas provocadas por los ajustes económicos son el cierre de camas en los hospitales y la masificación de las urgencias. Como faltan camas, los pacientes se enfrentan a demoras mayores hasta que se les ingresa en una planta.

Falta de camas

Hasta especialidades que tenían el estatus de prioritarias en cuanto a la rapidez en atender a los enfermos se resienten y se deslizan por una peligrosa pendiente. Es el caso de la oncología. Fuentes hospitalarias consultadas por este periódico aseguraron que los recortes provocan más lentitud en la realización de las pruebas diagnósticas y de las intervenciones quirúrgicas de los pacientes con cáncer. «Todas las especialidades van más lentas por culpa de que hay un número considerable de médicos trabajando al 75 por ciento de jornada. La atención a personas con un tumor no se libra de ese problema», indicó un oncólogo.

Uno de los servicios con mayor presión es el de oncología de Carlos Haya, que suele tener llenas siempre sus 19 camas (13 en habitaciones individuales y seis en dobles). En el momento en que todas las camas están ocupadas, a los pacientes con cáncer que precisan un ingreso se les envía a los servicios en los que hay una cama libre. Oncología de Carlos Haya tiene una media de 5 o 6 enfermos ectópicos, que es como se llama a los enfermos que son internados en otra planta distinta a la que les corresponde.

Aunque la falta de camas es habitual en el servicio de oncología de Carlos Haya, si se aumentasen la dotación, los problemas no se resolverían salvo que el incremento de camas fuese unido a una contratación de personal. El principal obstáculo es que de los trece oncólogos médicos, diez están contratados al 75 por ciento de jornada y solo tres trabajan a tiempo completo. «Los contratos al 75 por ciento hacen que nos veamos desbordados y no demos abasto para atender a los enfermos. Eso es peor que encamar a los pacientes en otras plantas cuando la nuestra está llena», señaló un oncólogo .

De tres de la tarde a ocho de la mañana, así como los fines de semana, los especialista de medicina interna son los que encargan de atender a los enfermos con tumores, ya que los oncólogos no hacen guardia, circunstancia que es habitual en el 95 por ciento de los hospitales públicos españoles. La no realización de guardias se relaciona con una cuestión económica, puesto que de llevarlas a cabo, los centros hospitalarios tendrían que pagar esa labor extra.

El servicio de oncología del Clínico también está por encima de la capacidad de sus dieciséis camas. Lo habitual es tener una media de 22 o 23 enfermos ingresados, lo que fuerza al encame de ese excedente de pacientes en otras plantas. Los ajustes han dado, asimismo, un bocado a los oncólogos del Clínico. De los doce especialistas que hay, dos están al 75 por ciento de jornada, otros dos al 33 por ciento y uno al 50 por ciento.

Malestar de los anestesistas

El último conflicto surgido es el de los anestesistas del Hospital Regional Carlos Haya, que están dispuestos a hacer una huelga indefinida si la dirección del hospital les obliga a hacer más horas por las tardes. Los profesionales consideran que ese exceso de trabajo implica un riesgo para los usuarios. El enfrentamiento se debe a que en verano, con el cierre de plantas y quirófanos, los anestesistas hicieron menos tardes de las establecidas. Esas horas la dirección ha decidido que las recuperen en otoño.

El estado de la cuestión no es mejor en los centros de salud. La falta de personal es la tónica habitual. Médicos y enfermeros hacen encaje de bolillos para que la atención a los usuarios no se resienta hasta cruzar la línea roja. «Vemos a pacientes que no son nuestros, pero que se nos asignan cuando falta un compañero por la razón que sea. Los enfermos se reparten entre las consultas cuando el facultativo que lleva ese cupo no está. Ese es el resultado de no cubrir las bajas o las vacaciones. Hay que tirar para adelante seamos los que seamos, independientemente de que de esa forma se produzca una sobrecarga del trabajo y la calidad sea menor», comentó un facultativo de familia.

La paciencia de los pacientes es cada vez mayor. Así lo indicó el presidente del Colegio de Médicos de Málaga, Juan José Sánchez Luque. «La gente se está acostumbrando a que las demoras crezcan. Los retrasos se ven como algo inevitable. La desesperanza se ha extendido entre los profesionales de la medicina y la resignación ha llegado a los usuarios», comentó Sánchez Luque. A su juicio, la lacra más grande es la escasez de contrataciones. «El sistema es muy débil, demasiado frágil. O los gestores deciden contratar a más gente o daremos un peor servicio. Los políticos deben encontrar soluciones para lograr un aumento de las plantillas. Si no lo hacen, la situación se agravará», recalcó el presidente de los médicos malagueños. «Es el momento de aflojar la cuerda, de destensarla, antes de que se rompa», añadió.

Varios pacientes preguntados por este periódico lamentaron que no se les resuelva su problema. «Llevo más de año y medio en lista de espera para que me operen de un quiste que se me infecta con frecuencia y me duele. ¿Cuándo me llamarán? Eso quisiera saber yo», afirmó María Dolores García, una mujer de 55 años. También se queja Juan Rodríguez, de 70 años, cuya revisión de una dolencia respiratoria crónica se ha prolongado ya once meses. «Mi médico de familia dice que, aunque él hace lo que puede, si no me atienden es porque los especialistas del hospital están desbordados, explicó.

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