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lunes, 14 de octubre de 2013

LOS MÉDICOS HABLAN SOBRE LAS CARENCIAS EN SALUD PÚBLICA EN NUESTRA PROVINCIA. ¿ABRIRÁN EL CHARE DEL GUADALHORCE?.-

FUENTE. DIARIO SUR

La incertidumbre y la desesperanza planean sobre la sanidad pública malagueña. Los recortes aplicados por la Consejería de Salud como resultado de la crisis económica han endurecido las condiciones laborales de los profesionales e incrementado las listas de espera y las demoras que sufren los pacientes hasta que son vistos en las consultas, operados o se les practica una prueba diagnóstica. Cinco médicos radiografían en esta información las carencias a las que se enfrentan y lamentan que la situación les ponga contra las cuerdas con frecuencia, sin que dispongan de recursos para solventar el asunto.

En apenas dos años, la sanidad pública de Málaga ha perdido casi 800 empleos. Los contratos que se hacen son al 75 por ciento de jornada. El cierre de camas y de plantas en verano ha agudizado las deficiencias y ha disparado las listas de espera. Los dos grandes hospitales de la capital Carlos Haya y el Clínico Universitario, además de haber perdido 229 camas desde 2007, están inmersos en un difuso proceso de reestructuración tras su fusión. La creación de las unidades de gestión clínicas intercentros es una incógnita cuya aplicación práctica se desconoce si será beneficiosa o resultará un fracaso. Hay muchos interrogantes sin una respuesta clara. Mientras tanto, la resignación llega a los enfermos, que asumen los retrasos en la atención como algo inevitable.

Cardiólogo del Clínico

«Vemos a los enfermos en las revisiones con tres o cuatro meses de retraso»

Los que están sufriendo más los recortes sanitarios son los pacientes crónicos que tienen pendiente una revisión. Un cardiólogo del Hospital Clínico indica que en las consultas externas están viendo a los enfermos en las revisiones tres o cuatro meses después de lo que les correspondería. Hay veces que las demoras llegan hasta un año y medio. «La prioridad que el SAS nos marca es ver a los enfermos en primera consulta tras ser remitidos por los médicos de atención primaria. Eso va en detrimento de los pacientes con dolencias crónica, que atendemos con más retraso, ya que no hay que cumplir un decreto que fija un tiempo máximo para esa asistencia», señala este especialista.

Añade que el SAS ha traspasado a los facultativos la presión de dar las citas los ciudadanos. «Antes el personal administrativo se encargaba de esa tarea; ahora lo hacemos nosotros. Los usuarios nos dirigen sus quejas. La mayoría soporta con entereza todos los problemas y las demoras. La gente aguanta cuando tiene que esperar; lo acepta con resignación», manifiesta este cardiólogo del Clínico.

En los casos en que los especialistas del corazón consideran que el paciente necesita una atención inmediata, porque un retraso podría ser muy peligroso, recurren a lo que este cardiólogo define como «favor personal», es decir, llaman al profesional encargado de hacer la prueba diagnóstica o la intervención quirúrgica y le cuentan la historia para que los trámites se agilicen y el enfermo sea asistido sin dilación.

En las consultas hay una media de 23 pacientes cada día (10-12 minutos con cada enfermo), catorce en primera cita y nueve de revisiones (seis minutos dedicados a cada caso). «Hacemos todo lo que podemos, pero los recortes nos tienen maniatados. Todo va con más retraso. Hay mucho malestar entre los profesionales. Trabajando más y cobrando menos no podemos estar contentos. La situación no es peor aún porque el nuestro es un trabajo vocacional», resume este cardiólogo del Hospital Clínico Universitario.

Oncólogo de Carlos Haya

«Los contratos al 75% hacen que estemos desbordados de trabajo»

El principal obstáculo al que deben hacer frente los facultativos del servicio de oncología del Hospital Regional Carlos Haya son los contratos al 75 por ciento de jornada. Diez de los trece oncólogos del hospital se hallan en esa situación contractual, circunstancia que endurece las condiciones en que llevan a cabo su tarea. «Que haya diez de nosotros al 75 por ciento en vez de al cien por cien hace que en muchas ocasiones estemos desbordados y no demos abasto para atender a los pacientes con cáncer», explica uno de los especialistas de ese servicio.

«Por las características de nuestros enfermos, nos esforzamos al máximo para verlos en el menor tiempo posible y acelerar todos los trámites para las pruebas que precisan y la aplicación de los tratamientos, pero nos topamos con muchas dificultades. Por un lado, las contrataciones al 75 por ciento nos ponen contra las cuerdas. Es un asunto que no está en nuestra mano resolver. Por otro, el volumen de la población que recibimos crece. El envejecimiento de los ciudadanos y la mejora en los diagnósticos de los tumores son dos factores que provocan que haya más pacientes en nuestro servicio», precisa este oncólogo.

El especialista comenta que en las consultas de oncología de Carlos Haya, se suelen dedicar veinte minutos a cada paciente y cuarenta cuando el enfermo acude por primera vez. Lo normal es ver a unos 17-18 usuarios diariamente, pero esa cifra se superar con creces y es frecuente llegar a los 26, lo que favorece el estrés en los profesionales por la sobrecarga de trabajo. «A los oncólogos no nos queda más remedio que entremeter en las consultas a más enfermos de los que en principio tenemos asignados. El resultado es que hay más retrasos y los pacientes acceden a las consultas más tarde de la hora fijada, pero es que es eso o dejar de ver a una persona que sabemos que hay que atender», subraya el facultativo. Aunque en la primera cita se cumple con el plazo marcado por el decreto de garantías, está habiendo retrasos en las revisiones de enfermos oncológicos, provocadas por la saturación en el trabajo.

Médica de urgencias en el Hospital Costa del Sol de Marbella

«Los pacientes se quejan por las demoras y lo pagan con nosotros»

Los profesionales del servicio de urgencias del Hospital Costa del Sol de Marbella trabajan al doscientos por ciento. Así lo asevera una de las médicas que realiza esa función. «El hospital está lleno siempre, con un alto grado de ocupación de las camas y de las plantas, hecho que eleva la presión asistencial. Como somos una zona turística, en urgencias hay un nivel similar de actividad a las dos de la tarde que a las cinco de la mañana», relata esta facultativa, que forma parte de una plantilla de cuarenta médicos de urgencias. La repercusión directa de la subida de las demoras y de las listas de espera es que los usuarios protestan y expresan su malestar. «Los pacientes se quejan y lo pagan con nosotros. A la puerta del gerente del hospital no van a protestar cuando están descontentos por el motivo que sea», señala.

Los recortes han traído consigo una bajada del sueldo de los profesionales sanitarios. «Hemos perdido un 30 por ciento de poder adquisitivo y, encima, proporcionalmente, trabajamos diez horas gratis para la Administración. Es muy frustrante, pero es lo que hay», lamenta esta médica de urgencias del Hospital Costa del Sol, centro que depende directamente de la Consejería de Salud y no del SAS. «Nuestras condiciones laborales son peores hoy que hace unos años. Apenas hay contrataciones de facultativos y las que se ofrecen son al 75 por ciento. Sin embargo, las demoras en la atención han crecido. Cada vez tenemos más población que asistir», afirma.

Esta facultativa matiza que las relaciones con la dirección médica del Costa del Sol de Marbella son correcta, pero que no sucede igual con el gerente. «Nos impone sus criterios sin escuchar a los profesionales. Falta diálogo a la hora de resolver las cuestiones», significa la médica.

Médico de familia

«La atención en los centros de salud ha dado un paso atrás importante»

Un sentimiento de impotencia se ha extendido por los profesionales de la medicina en los centros de salud. El motivo es que comprueban a diario el empeoramiento de las condiciones en que desarrollan su tarea. «La atención primaria ha dado un paso atrás importante.Es una especie de contrarreforma; una pérdida de derechos que afecta a los pacientes y a los médicos», asegura un facultativo de familia de un centro de salud de la capital.

A ese respecto, pone como ejemplo que se han disparado las demoras para las pruebas diagnósticas que los médicos de familia piden para sus pacientes. Así, una radiografía tarda unos 45 días y una ecografía de 80 a 100 días cuando el tiempo máximo contemplado es de un mes. Igualmente, transcurren de cuatro o cinco meses para que los especialistas vean a los enfermos en las revisiones, subraya este médico de familia. «Los pacientes acuden desesperados a nosotros a contarnos que nos los llaman. Es un problema que se nos escapa. Lo mismo ocurre con las averías del sistema informático Diraya, que se cuelga o deja de funcionar con frecuencia», significa.

Una de las mayores lacras que afectan a los médicos de los centros de salud es que, ante la no cobertura de sustituciones, bajas o vacaciones, están obligados a ver a sus pacientes y a los de los compañeros ausentes. Un estudio llevado a cabo en un centro de salud de la capital revela que en 278 días, 16.500 enfermos fueron atendidos por un médico distinto al que les correspondía. «Trabajamos en peores condiciones. Hacemos nuestra tarea y la del médico que por distintas razones no está ese día», explica. Los facultativos de familia, en el 50 por ciento de los días, reciben en las consultas de 30 a 40 usuarios y dedican una media de cinco minutos a cada uno. «No tenemos tiempo para más».

El copago de las medicinas por parte de personas con escasos recursos provoca que algunos pacientes crónicos pidan a su médico que no les recete un fármaco cuando comprueban que no pueden abonar el porcentaje que les corresponde. Asimismo, la paralización de la Ley de la Dependencia agudiza las dificultades de muchas familias. «En las consultas nos encontramos con cuadros verdaderamente dramáticos. La falta de ayudas acentúa esas situaciones», recalca este profesional de atención primaria.

Otro efecto de la crisis es que hay pacientes que cuando el médico les quiere dar la baja se niegan por miedo a perder su empleo. «Se han dado casos en los que he tenido que decir al enfermo que en las condiciones en que se encontraba no podía ir a trabajar. Hemos pasado de que la gente solicitaba una baja por cualquier minucia a no querer cogerla a pesar de encontrarse verdaderamente mal», indica.

Otro tema que aumenta el malestar de los profesionales de atención primaria es que, con el incremento de jornada, tienen que trabajar cuatro o cinco sábados al año en centros distintos a los suyos. «Ese es otro paso atrás que hemos dado y que afecta a la conciliación de la vida familiar», apostilla este médico de familia.

Internista de Carlos Haya

«Los hospitales funcionan gracias al gran esfuerzo de los profesionales»

El gran esfuerzo que hacen los profesionales es lo que permite a los hospitales salir adelante a pesar de las carencias que los van minando. Ese es el punto de vista de un especialista de medicina interna del Hospital Regional Carlos Haya. «Trabajamos más sin cobrar por ello. Lo hacemos pensando en los enfermos», asegura este internista. Agrega que las deficiencias se agravan por la pérdida de camas hospitalarias públicas, cantidad que cuantifica en más de trescientas (a las que hay sumar otro centenar por el cierre del antiguo Hospital de la Cruz Roja). «Todo ello redunda en la derivación de los pacientes a clínicas privadas concertadas», declara.

Este facultativo destaca que la falta de un hospital de cuidados intermedios, el ínfimo número de camas de enfermos paliativos y la precaria situación de la oncología agudiza los problemas. «Ahora se quiere mandar a los pacientes paliativos a hospitalización domiciliaria, cuya plantilla actual es de cuatro personas para toda la ciudad», puntualiza. Recuerda que el personal de medicina interna demanda unos objetivos clínicos, ya que la población que atiende es anciana, muchas veces paliativa, pluripatológica o perteneciente al grupo de enfermedades raras. También denuncia que se da lado a la formación continuada, la investigación clínica y la docencia.

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