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martes, 3 de septiembre de 2013

NUEVA CHAPUZA DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA EN CÁRTAMA.-

Los tubos que recogerán los residuos de Cártama y Alhaurín el Grande deberían desembocar en una depuradora que no existe aún o en otra que está al límite de capacidad.

 FUENTE.: DIARIO SUR

Han permanecido más de seis años guardados en el cajón y ahora que empiezan a hacerse realidad resulta que su eficiencia no va a estar ni mucho menos garantizada cuando entren en servicio. Ésa es la paradoja de los colectores que se están construyendo para canalizar las aguas residuales de Cártama y Alhaurín el Grande a fin de evitar que las mismas dejen de verterse a ríos y arroyos de la cuenca del Guadalhorce sin ningún tipo de tratamiento. Las obras, impulsadas por la Junta de Andalucía, arrancaron hace unas semanas con un presupuesto de 8,6 millones de euros y un plazo de ejecución de diez meses. Hasta ahí todo bien, pero las dudas surgen cuando llegue el momento de ponerlos en marcha.
El proyecto contempla la creación de una tubería de 25 kilómetros que llevará la carga contaminante hasta el río Campanillas, desde donde conectaría con otro colector para acabar en la futura depuradora prevista al norte del aeropuerto y que está concebida para dar servicio a buena parte del área metropolitana de Málaga (Alhaurín de la Torre, Alhaurín el Grande, Cártama, Torremolinos y las barriadas de Puerto de la Torre, Churriana y Campanillas). El problema radica en que la construcción de esta planta, que requiere una inversión de unos 60 millones, no entra en los planes de la Consejería de Medio Ambiente ni a corto ni a medio plazo pese a que el proyecto lleva dos años redactado. La explicación es que, en estos momentos de escasez económica, hay actuaciones más urgentes, como llevar el saneamiento a los pueblos del interior. La consecuencia es que la carga contaminante que generan los vecinos de estos dos municipios acabaría igualmente en el río Guadalhorce, con la única diferencia de que lo haría mucho más cerca de la desembocadura.
Solución temporal
Desde el Ejecutivo autonómico apuntan que la solución «temporal» que se contempla hasta que la tercera planta de Málaga (EDAR Norte) entre en servicio es que estos caudales pasen por los filtros de la depuradora del Guadalhorce al considerar que, pese a que ya da servicio a la mayor parte de los 600.000 habitantes de la capital y a los de Torremolinos y Alhaurín de la Torre, también tendría capacidad para la aportación extra de unas 40.000 personas más.
Una posibilidad que desde ya se encargan de descartar en la Empresa Municipal de Aguas (Emasa), que gestiona la estación. «Es imposible meter una gota más». Así de contundente se muestra el gerente de la entidad dependiente del Ayuntamiento de Málaga, José Luis Rodríguez, quien recalca que la construcción de la nueva infraestructura «se plantea precisamente para descargar la del Guadalhorce, que ya está al límite». Lejos de quedarse ahí, el gerente de Emasa va a más al añadir: «Resulta poco razonable iniciar las obras de los colectores de Cártama y Alhaurín el Grande sin comenzar las de la EDAR Norte, cuyo plazo de ejecución duplica, al menos, el de los colectores, salvo que se pretenda trasladar el vertido prácticamente hasta nuestras puertas, con el agravante de que desaparecería el poder depurador propio que tiene el río desde esos municipios hasta la capital».
Pese a la postura radicalmente contraria de Emasa, en la Junta siguen viendo viable esta alternativa, asegurando que «habría que ponderar la situación exacta de la depuradora del Guadalhorce». En cualquier caso, afirman que deben ser los ayuntamientos de Cártama y Alhaurín el Grande los encargados de negociar con el de Málaga para que sus aguas residuales sean tratadas en la capital antes de llegar al mar. Eso sí, a cambio del pertinente canon.

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