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lunes, 16 de abril de 2012

JOSÉ GONZÁLEZ MARÍN REGRESA A ÁLORA.-

Por Juan Andrés Vera.-

 De todos es conocido, que uno de los cartameños más ilustres y universales, por no decir el que más, ha sido José González Marín.

 De todos es conocido, que si dentro de unos días vamos a celebrar la bajada de la virgen de los Remedios desde su ermita y su procesión por el pueblo, es gracias a la intervención de José González Marín.


 De todos es conocido, del amor que José González Marín tenía por Cártama, y que llevó el nombre de su pueblo por toda España, Hispanoamérica y Estados Unidos.

 Y de todos es sabido, que si actualmente hay una persona dado en poner en valor la figura de González Marín y que no se pierda en el olvido, ese es, el cartameño, Francisco Baquero Luque.


El pasado viernes, 13 de abril, cercana la fecha del nacimiento de González Marín y de la celebración del día de la virgen de los Remedios, unidos ambos en la historia por esa gesta mariana, José González Marín regresa a Álora de la mano de su amigo Francisco Baquero y su libro, “El juglar y la virgen peregrina”.


 Fue en la sede de la asociación cultural “Álora la bien cercada”, que contó con una gran afluencia de público, la asistencia de la concejala de cultura de Álora, la intervención de Tomás Salas, y la representación del rapsoda, Juan Crisóstomo, que inició el acto recitando los versos que dan nombre a esta asociación y que un servidor tuvo la suerte de escuchar.

 Tomás Salas, fue introduciendo a los asistentes en el libro de Paco Baquero y en la importancia para toda la comarca del Guadalhorce de la figura de González Marín, definiendo “El juglar y la virgen peregrina”, como una gran enciclopedia de Cártama.

 Tomó la palabra Paco Baquero, que a pesar de los achaques de la edad y de sus ochenta años, supo transmitirnos la emoción y la importancia de poner en valor los pueblos del Valle del Guadalhorce a través de sus personajes ilustres, de potenciar lo “guadalhorzano”.


 Más entrada la noche, pudimos ver un breve fragmento de la vida de González Marín y escuchar su voz recitando “El Piyayo”.

 Para terminar, y como broche de oro, Juan Crisóstomo interpretó dos poemas, uno de ellos, de Celeste Torres, titulado “El niño de la Virgen”, y que a continuación os transcribimos.

 Finalizado el acto, cerca ya de la medianoche, unos y otros pudimos platicar y agradecer a la presidenta de esta asociación cultural, a Paco, a Tomás y a Juan, el habernos hecho partícipes de esta velada.



El niño la Virgen", por Celeste Torres.


A mi amigo Paco Baquero, recordando la subida, en el año 2000, a la Ermita “Los Remedios”, de Cártama.

 Llegó con la sonrisa 
 del amigo que embarga 
 todo cuanto posee 
 en pos de la amistad.

 El Niño de la Virgen,
 místico de una ermita, 
 contempla entre dos mundos 
 que uno perfuma el Valle 
 de todo el Guadalhorce. 

 Era un hombre muy alto
hecho de tierra blanda, 
 miel de caña y compota; 
 con voluntad de hierro. 

 Sus ojos eran bosques 
 con recodos perdidos, 
 donde la fe aún tiene 
 palacios de cristal. 

 Cuando hablaba de Ella, 
 su voz era un prodigio 
 de ángeles dormidos 
 sobre un sendero alado
 escrito en la memoria. 

 La estampa era tan bella 
 que subimos despacio, 
 detrás del peregrino, 
 por la empinada cuesta. 

 Cártama dormitaba 
 en la tibieza blanca 
 de su cal milenaria. 

 Las piedras del camino, 
 con ocultos presagios, 
 cedían a cada paso
 una esperanza nueva, 
 una promesa,
 un rito, 
 un milagro cualquiera, 
 una ilusión, ¡la fe!, 
 único talismán 
 que florece, sin nombre, 
 detrás de los misterios, 
 en el árbol perenne 
 cubierto por los siglos. 

 Arriba, solo, el monte, 
 abrazado a la ermita, 
 en una comunión 
 de incienso derramado. 

 Dentro está la Señora… 
 y en sus ojos de Luz, 
 cien espejos de estrellas
 convierten en eterno 
 todo lo sobornable. 

 Al fondo, allá en el valle,
 perdido entre la noche, 
 se desangraba el río, 
 ocultando su verde
 herido por las sombras. 

 Y hay un momento mágico 
 a velas encendidas, 
 a pájaros dormidos,
 a plegaria y a salmos, 
 a Madre y a Mujer. 

 Por un instante extraño, 
 se iluminó la ermita 
 con la lumbre secreta 
 de un exvoto del Sol.

 De repente, la tarde 
 se deshizo con prisa 
 sobre un letargo antiguo 
 de encajes amarillos. 

 Bajábamos despacio
 tras los pétalos blancos 
 de una luna de tiza. 

 Brotaba en cada paso 
 un vaticinio lleno 
 de promesas cumplidas.

 Y el viento solitario 
 arrastraba en silencio 
 un olor a montañas 
 unidas entre sí, 
 como un castillo moro 
 cuyas pétreas almenas 
 están deshabitadas 
 de sus cantos de guerra. 

 Casi sin darme cuenta, 
 como un milagro único, 
 empapando el perfume 
 del humilde tomillo 
 y el nardo de la noche, 
 volvió la realidad, 
 ya libre de pecado.

 Tan sólo los minutos, 
 cansados de esperar, 
 se escaparon fugaces 
 detrás de la retama.


2 comentarios:

  1. Estoy realizando un estudio serio sobre la figura de Rafael Flores Nieto "El Piyayo". Naturalmente el ilustre cartameño José González Marín, junto a José Carlos de Luna, son personajes importantes en su biografía, de tal modo que sin ellos Rafael hubiese quedado, si no en el anonimato, en un personaje creador de un cante flamenco y poco más.
    Agradecería cualquier información que relacione a los citados personajes y especialmente el testimonio sonoro que se cita en el artículo.
    Miguel A. del Pozo

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  2. Miguel A. si pudiera escribirnos al email de la asociación atalayadecartama@gmail.com le podríamos ampliar esta información que solicita así como otras fuentes, algunas de ellas todavía vivas.

    Juan Andrés

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