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jueves, 19 de diciembre de 2013

RECUERDOS DE LA HISTORIA DE CÁRTAMA.-

FUENTE. BLOG DE FRANCISCO BAQUERO LUQUE

LA RELIDAD HISTÓRICA. PROMESA CUMPLIDA.



FOTO nº 1.- Carta  que un sindicalista de Málaga, Francisco Rico Camacho (Presidente del recién creado Club Nautico Mediterráneo en esta ciudad)  dirige al cartameño (nacido en Alozaina y criado en Cártama, hijo de Juan Marín Cañamero con su primera esposa), Diego Marín Sepúlveda, abogado,   en  aquellas datas Secretario General del Sindicato de la Madera y el Corcho y, destacado dirigente  de la sección de Deporte Marítimo. Carta cuyo texto incluye en Faceebook el Cronista de la Villa  de este lugar y, a la que hice un comentario añadiendo  datos biográficos del citado Sr. Marín Sepúlveda, al que me unió cierta amistad.

Como ampliación a lo que decía en dicho comentario, recuerdo que allá por los años 57-60 (no puedo precisar fecha exacta) siendo yo concejal del  Ayuntamiento de Cártama (tercio sindical, o sea, el único por votación , creo que también el familiar), ante la innegable indigencia cultural de nuestro pueblo, comenté con mi amigo, Enrique Marín, la necesidad de gestionar una biblioteca pública; idea que le entusiasmó ("mi hermano Diego nos puede echar una mano en Madrid"), y tras parecerle la idea también buena al alcalde, a la sazón Fco. Rodriguez ("pero dinero para ello ni un duro..."), Enrique Marín y  yo (todos los costos de nuestro bolsillo) cogimos el exprés una tarde y amanecimos al día siguiente   en los madriles.

En efecto, con Diego Marín Sepúlveda  un condiscípulo mío de Cabra, Pepe Juliá, ya ingeniero de caminos consagrado y bien relacionado,  conseguimos para nuestro pueblo una biblioteca de 8.500 volúmenes y,  su inscripción en el Registro de Bibliotecas públicas para su continuada promoción con cuantas publicaciones fueran apareciendo.  

Me ha  producido pena que la formidable hemeroteca que dejó Diego Marín Sepúlveda en su casa de calle viento (que se decía sería sede de un museo en Cártama), así como el archivo del que supongo se ha extraido la carta que encabeza este comentario y, al parecer, otras (y menos mal que algo se ha salvado) ha sido totalmente aniquilado, o enviado al basurero municipal.  Se repite el  culturicida proceder  de Cártama. Como decía Salvador González Anaya en el prólogo de su libro sobre Cártama, "El llavero de Anica la Pimienta" ..."y arribé a Cártama, y salvo la escueta y aplaudida figura de González Marín y no encontré nada digno de mención salvo chumbos y chismes".

Y vinieron los libros. Una sesión de pleno para nombrar bibliotecario y plan de lecturas etc. Y salta la sorpresa: Parte de los concejales proponen que se devuelvan los libros porque en Cártama "no son libros los que necesitan, sino chapulinas para cavar más..." Por encima de la mesa del salón de actos se cruzaban los puñetazos. Viene la Guardia Civíl llamada por el alcalde y, hasta su terminación hizo  guardia durante el pleno, que terminó determinando con el voto de calidad del alcalde, coaccionado por los culturicidas, que la biblioteca se devolviera. Fue a parar, si mal no recuerdo, a Campillos. Muy resumida, esta es la triste historia.

Pedí folios al Secretario y, por escrito,  presenté mi dimisión irrevocable, prometiendo  no participar más en adelante en la cochina política; promesa que he cumplido.



FOTO nº 2.- Una cacería en la finca, "El pino", propiedad de Francisco Trujillo de Alozaina, pariente de Diego Marín Sepúlveda. Intervinentes: 1º por la derecha, Francisco Baquero Luque, y, delante un hijo del Sr. Trujillo; sigue Diego Marín Sepúlveda, Fco. Marín Morales, Vicente Castro García, Rafael Marín Rojas y, sentado ante él,su hermano, Enrique Marín Rojas.


FOTO nº 3.- Grupo de amigos  de José González Marín, que acudieron al aeropuerto de Barajas a recibirle, al retornar el eminente rapsoda de uno de sus últimos viajes a América. El primero por la izquierda es Diego Marín Sepúlveda, delante suya el célebre poeta, José Antonio Ochaita. Con luto  en el antebrazo, Miguel Salgado, nacido en Cártama e hijo del que fuera boticario y alcalde (que hizo el actual cementerio)  Miguel Salgado, quien trasladó su farmacia a un barrio de Madrid y allá se fue con su  familia. El resto poetas y gente de las candilejas.

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