En un mundo donde las mujeres representan menos del 5% del mercado de trabajo, Eva Torres ha sabido abrirse puertas. En Málaga sólo hay 30 mujeres con licencia de taxi y 58 asalariadas y esta profesional del volante, que circula por Cártama, ha llegado a la secretaría técnica de la Federación Andaluza de Autónomos del Taxi (FAAT) además de ofrecer un servicio de 24 horas los siete días a la semana.
-Empezó con el taxi más o menos cuando comenzó la crisis, en 2007. ¿En que situación andan los taxistas ahora?
-Ahora estamos sobreviviendo. Ganamos simplemente para pagar el ser autónomo y la letra del coche, pero no vivimos. En mi caso, mi marido trabaja como transportista y es quien me ayuda a llevar los pagos más grandes.
-¿Cómo duerme uno sabiendo que le pueden despertar en cualquier momento para trabajar?
-Si te gusta, no te pesa. Muchas veces en invierno y lloviendo, te levantas de la cama calentita y yo por lo menos, lo hago de un salto. Es una cosa que te gusta y quieres hacer un buen servicio para que la gente se quede contenta. Yo nunca me he quejado.
-¿Se fía más el cliente cuando el taxista es alguien de confianza?
-Nos conocen mucho y es una ventaja. Además, somos tres mujeres y quieras o no, las más mayores prefieren ir con nosotros, porque hasta entramos al médico con ellas, le ayudamos a quitarse la ropa, y a vestirse.
-¿Por qué hay tan pocas mujeres taxistas?
-No lo sé. A través de FAAT las animamos a que se incorporen, porque ahora hay mucha seguridad, tenemos el GPS o tenemos la libertad de poder elegir no trabajar un día. Somos sólo un 1,5% creo recordar. Aquí en Cártama tenemos un 30%, que ya es un mucho.
-¿Cual es el servicio más largo que ha tenido que hacer?
-A Madrid. Yo tengo muchas ganas de cruzar España, pero nunca puedo pasar más arriba.
-Su nombre en Twitter es Amor por el taxi. ¿Es un amor correspondido?
-Sí, es algo que me gusta mucho desde siempre. Desde pequeña me ha llamado la atención el taxi y hasta que no lo he tenido, no he parado.
-El taxista, ¿nace o se hace?
-Eso se nace, pero no lo entiendo porque yo no tengo ningún familiar taxista, así que no debe de ir en los genes. Mi familia viene toda del transporte. Yo me bajé de un camión para montarme en un taxi.
-¿De qué suele hablar con sus clientes?
-Hablar del tiempo siempre es una buena introducción. Eso no falla. Ya empiezan a hablar y no paran. Me cuentan su vida entera de arriba a abajo. Pero la ventaja que tienen los clientes es que el taxi está bajo secreto de confesión, lo que se cuenta en él se queda dentro.
-Hace poco, un grupo de mujeres taxistas hicisteis un libro con anécdotas. ¿Qué es lo más gracioso que le ha pasado en el taxi?
-Los despistes. Esos son mortales. A mí me ha pasado de que me llamen los clientes y acabes en el lugar de destino sin haberle recogido.
-Es muy activa en redes sociales. ¿Da su fruto laboralmente?
-La verdad es que si da muchos frutos, pero el ámbito de actuación de mi taxi, limitado a al municipio Cártama, impide que yo los pueda realizar. Se los envío a compañeros de confianza entre mis contactos de taxis de la zona donde son demandados.
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