RUTA DEL VINO POR LA SIERRA DE CÁRTAMA.-

Por Juan Andrés Vera.-

Ayer por la mañana participé en la ruta enológíca por la Sierra de Cártama, organizada por la empresa cartameña de turismo activo, Ruta Botánica. Unas treinta personas nos dimos cita en el parking del Tintero Campero, algunas venidas desde Marbella para esta ocasión, y atraídas por la buena aceptación que esta generando este tipo de rutas.

Sobre las 10 de la mañana, y tras escuchar las explicaciones de Ramón sobre las cosas que íbamos a ver y del lugar tan importante donde nos encontrábamos, comenzamos la ruta.

Rompepiedras, uña de gato, algarrobos, albaidas, coyuntura efedra, tomillo, abrótano macho, adelfas, durillo, hierba del sillero, lentisco, zarzal, enebro, palmas, esparragueras blancas, romero, culandrillo de pozo, chaparra, té de sierra, rua, hinojos o sabinas rastreras, fueron algunas de las plantas que pudimos ver por la ruta, escuchando atentamente las explicaciones de los miembros de Ruta Botánica sobre sus propiedades o usos populares.



Sorprendido, muy sorprendido, y así se lo hice saber en varias ocasiones a los componentes de Ruta Botánica, ver la rica flora y fauna que tenemos a menos de cinco minutos andando desde nuestras viviendas.

Estamos acostumbrados a ver nuestra sierra desde la autovía o desde las ventanas de nuestras casas y nuestros vehículos,  pero cuando te adentras en ella, y más aún con personas que te van explicando su riqueza, se produce un cambio interior, ya no la vuelves a ver con los mismos ojos.

Sobre las 12:30 horas llegamos a las bodegas cartameñas Sanchez-Rosado. Qué decir de esta familia a la cual tenemos tanto cariño. Emprendedores que han vuelto a recuperar en nuestra tierra la gran tradición vitivinícola de nuestro pueblo, en un lugar tan especial, Pago de Viñas Viejas, donde nuestros antepasados ya supieron sacarle todo el jugo a  la tierra y elaborar unos caldos reconocidos en toda europa.

Enrique Sánchez nos explicó, con ese cariño del que disfruta con lo que hace, como elabora sus vinos, las bodegas y los viñedos. Más tarde, pudimos deleitarnos con el resultado de ese trabajo y esfuerzo de la familia Sánchez Rosado, bebimos sus vinos y comimos unas vituallas, que a esa hora ya apetecía.

De regreso la sensación fue de lo más agradable, una jornada en el campo, en contacto con la naturaleza, aprendiendo  la gran cantidad de propiedades que guardan las plantas que nos rodean, conocer nuevos amigos y haber bebido el jugo de la tierra.