FUENTE: YMALAGA
AUTOR José Morales
Era esa hora en la que los pájaros cantan y anuncian un nuevo día; era esa hora en la que el sol despunta por los Lagares y anuncia vida; era esa hora... No, era esa hora, pero no. El río ni traía cantos de pájaros ni un sol nuevo ni... El río -como los ríos de Federico- traía llanto, demasiado llanto. Estoy seguro, a Dios se le fue la mano. Un despiste lo tiene cualquiera. Dios también. Se dejó el grifo abierto y como quien no quiere la cosa desde El Torcal bajaron dicen que doscientos y pico litros de agua caídos en un suspiro y cuando se juntan muchos -todos- todos los suspiros... A eso se le llama llanto.
Y se anunció, a modo de muerte en cuerpo de mujer, en la Isla (Isla Hermosa, para más señas) arrebatada de los brazos de su propio hijo. "Mirad vosotros que pasáis por el camino -ponía el profeta en labios de María, en este caso, en los de su hijo- si hay dolor semejante a mi dolor. No puede haberlo. Día de muerte y llanto. Día de luto y palabras de silencio porque también hablan los silencios.
Rabia, mucha rabia contenida. Demasiadas preguntas sin respuestas. Demasiadas responsabilidades soslayadas. ¿Dónde se han metido esta mañana quienes dan las órdenes de limpiar cauces y arroyos? ¿Dónde están escondidos los técnicos iluminados que hicieron una presa donde no se debía? Pero si el camino está trazado, pero el sentido común dice, pero, ¿y si a tanto pero le ponemos el apellido?, pregunto yo.
El río -el Gaudalhorce- mi río de niño, mi vecino de cada día, mi río que arranca Alazores arriba y se viene por el Trabuco, el Rosario, Archidona, Antequera -la de las cien torres- el de Álora la bien cercada, el que se abre camino, entre limoneros verdes y casitas blancas camino de la mar... esta mañana no era mi río.
Mi río, les decía, hoy ha hecho buenos -¡y mira que son buenos los versos de Jorge Manrique!- aquello de "nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir". Mi río se me ha vestido de ruina y llanto. Mi río se ha teñido de ocre y aguas malolientes y lo ha arrasado todo. Sin conocer a nadie. ¡Tanto como te quería...!
A Dios se le ha ido la mano. Un despiste lo tiene cualquiera. Dios también. ¿Que no me creen? Vénganse un día cualquiera y lloren. Dicen que eso es hasta bueno. Porque o se llora o uno piensa que Dios tiene muy... No, eso, no. Mejor que a Dios se la ido la mano.
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