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jueves, 30 de agosto de 2012

EL SÍNDROME POSTVACACIONAL.-



ARTÍCULO DE OPINIÓN


EL SÍNDROME POSTVACACIONAL.-

Por Juan Andrés Vera.-



He de decirlo, tengo que dar las gracias a Zapatero y a Rajoy.

Gracias a la bajada de sueldo, a la congelación y a los recortes en mi nómina,  he podido descubrir el encanto del turismo rural, ni punto de comparación con viajes exóticos, cruceros, playas paradisíacas o viajes culturales.  Este año, mi familia y yo, hemos decidido pasar unos diítas en el pueblo con unos familiares que hacia años que no veíamos, para que luego digan que Zapatero no apoyaba a la familia. Ellos tan encantados, que a primeros de septiembre nos van a “devolver” la visita.

Hemos podido disfrutar de largas caminatas campestres, de las cervecitas en el porche, de los bocadillos de filete empanado y el tupper con la tortilla de patatas, que la cosa no daba para mucho más. Unas semanas desconectados del mundo y que buena falta nos hacía.

De regreso a casa, pongo la radio, y nada más sintonizar las noticias, escucho como el juez Castro va a visitar al asesino Bolinaga para ver si lo deja en libertad, si, ese que tuvo encarcelado a Ortega Lara 532 días, y que al ser preguntado donde estaba el zulo cuando fue detenido, se negó a revelarlo manifestando: “pues que se muera de hambre ese carcelero”.

Paso por una gasolinera, y veo una larga cola de vehículos para repostar, ¡¡otras¡¡, a lo mejor aquí esta más barata la gasolina. Pues no, resulta que está igual de cara que en Cártama, y me acuerdo de la subida del IVA dentro de unos días. Me acuerdo que a primero de septiembre empieza el colegio de mi hija y en cómo afectará esa subida a los libros y al material escolar, con el miedo a que las advertencias de las empresas que gestionan los comedores y el aula matinal se cumplan, y nos quedemos sin servicio por el impago de la Junta.

Seguimos el camino, y mi mujer me recuerda que tenemos cinco días, desde el 3 al 7 de septiembre, para pagar la escuela deportiva de la niña y que este año me supone una subida del 60% en atletismo. Y ya que estamos, las mujeres tan previsoras como siempre, me sigue recordando cosas, entre ellas que el día 10 finaliza el pago voluntario del nuevo impuesto con que nos ha sorprendido nuestro Excmo. Ayuntamiento, la entrada de vehículos.



Por la radio se escucha un debate sobre la prima de riesgo, la intervención de España y la solicitud de rescate de Cataluña, eso si, sin condiciones por parte del Estado. Yo, que hasta hace unos minutos, de la única prima que me acordaba era de la prima Carmen y lo bien que preparaba el cocido y las berzas allá en el pueblo.

El debate en la radio se calienta, ahora se discute como Griñan y Chaves no comparecerán este viernes en el asunto de los ERE tras las declaraciones del interventor, y de cómo el diputado Sánchez Gordillo nos advierte de la sorpresita en su próxima visita a Málaga. Llegado a este punto decido apagar la radio.

Vamos llegando a casa, y cuando paso por el puente de la autovía que cruza el rio Guadalhorce, se me ocurre abrir la ventanilla para respirar los olores de mi tierra, de azahar, limoneros y de huertos. Bofetaza en la pituitaria, olor a cloaca y a mierda el que entra en el coche, miro de reojo y veo el rio de un color  gris convertido en un cenagal.

Aparco en la puerta de casa y  me encuentro con mi vecino Gero, le pregunto como van las cosas por aquí y me responde que hace una semana le despidieron del bar donde trabajaba, que de seguir las cosas así, el dueño tendrá que  cerrar, “ya apenas entraba nadie”, me dice.

Siento algo de culpa, tal vez en el pueblo hubiera otro Gero en la misma situación que mi vecino, tal vez podría haber hecho el esfuerzo de tomarme las cervezas en el bar o comer algún menú con la familia, me justifico en que el sueldo no me da para permitirme esos lujos.

Todavía no he abierto la puerta de casa y tengo la sensación de tener el síndrome postvacacional. Intento hacer un esfuerzo para acordarme de lo bien que lo hemos pasado haciendo turismo rural, pero no puedo evitar recordar lo que momentos antes escuchaba en la radio, y las palabras de mi vecino Gero, como tampoco puedo evitar acordarme de la madre que les parió a más de uno.

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