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lunes, 22 de octubre de 2012

Y NO PASA NADA.-

FUENTE. YMALAGA
AUTOR. JOSÉ MORALES

Y NO PASA NADA

Ya nos han sacudido dos tragedias. Dos desgracias: dos personas ya no están con nosotros y la ruina se ha instalado a convivir con muchas familias y no pasa nada, ni pasará nada... y, si no, al tiempo. Ya salieron en la foto -los que vinieron a eso- o se pasearon en helicóptero. Nos acercamos al mes de la inundación -28 de septiembre de 2012- y parte del Guadalhorce se despierta de la pesadilla. Los agricultores -algunos- tratan de recomponer el rompecabezas hecho añicos y otros no saben por dónde meter mano. Esto ha sido tan grande que se escapa a los hombres de a pie y a las Corporaciones locales.

Pasa el tiempo. No ha sacado, aún, el Gobierno, o sea, Madrid, un decreto donde diga a qué pueden atenerse los afectados. Deben estar ocupadísimos con tanto recorte. ¿Habrán suprimido el papel donde debería publicarse la dichosa comunicación oficial? Nos regimos -me dicen en un sindicato profesional- por uno de 2007... hasta que salga el nuevo.

¿Dónde está el diputado provincial que deba entender del asunto? ¿Y la Junta? ¿Sabe alguien dónde queda Bruselas? Todo muy lejos. Claro, lejísimos. Como cuando venía la mantequilla de Flandes, los niños de París y a Málaga el único barco que llegaba era el 'melillero'. "¡Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada...!"

No van muy distantes de los políticos los sindicatos agrarios. Ha pasado el tiempo y, como que tampoco. No han convocado a una asamblea o a una toma de contacto... o a lo que sea, a los que los sostienen para que puedan presentar listas de afiliados. ¿Para qué?

No pasa nada. Dentro de unos días el azucarillo se habrá disuelto. El viento... el viento se lleva muchas veces lo que no queremos que se lleve, pero esta vez se habrá llevado hasta lo último que se pierde; es decir, la esperanza...

Y no pasa nada. Aquí nunca pasa nada. Dentro de unos días sólo quedará el recuerdo. Cuando yo era niño solía escuchar de mi abuelo: "Todo el que se acerca al campo se lleva algo, aunque sea polvo en los zapatos". Nadie trae nada al campo. Lo utilizan a su uso y conveniencia.

Estos días el campo viste de luto el verde de la otoñada. Rebrota la hierba con sabor a tristeza. Lo que, otras veces, era oro viejo en las choperas, en los granados del vallado, en las hojas grandes de las higueras, ahora es ruina en las orillas del río. Están arrasados los sotos. Se han ido -¿dónde?- los mirlos, los pájaros de las riberas. Todos se han ido. Están mustios y en silencio los árboles moribundos. Demasiada palabrería. Demasiada impotencia.

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