Por Juan Andrés Vera.-
Estamos viviendo una época de grandes cambios a nivel mundial. Esta crisis nos esta echando de nuestro pedestal, un lugar donde nos sentíamos importantes con nuestros grandes sueldos, grandes coches, grandes casas, comidas en restaurantes, ropa de marca, viajes a tierras exóticas y cruceros. Estamos viviendo una revolución, cuyo campo de batalla son las economías de los países, los mercados y las bolsas. Esta globalización tiene como resultado, que cualquier incidente, en cualquier parte del mundo, influya en nuestro hogar.
Estos cambios nos enseñan la cruda realidad, que no éramos tan importantes, ni tan ricos, ni tan especiales. Nuestros hijos no verán la sociedad del bienestar tal y como nosotros la hemos vivido. Habrá cambios en la educación, en la sanidad, en las ayudas, en las subvenciones, en subsidios y en prestaciones. Una revolución social, que parte de un problema económico, la imposibilidad de mantener la idea “del café para todos”.
Aunque empujados por la necesidad, estamos volviendo o refugiándonos, en nuestros orígenes, en nuestras raíces, a buscar lo auténtico y la esencia de la vida, lejos ya de una sociedad de consumo imposible de costear. Miramos precios, buscamos ofertas en marcas blancas, remendamos la ropa, alargamos la vida de los zapatos, las comidas con los amigos se hacen en casa, volvemos a veranear en el pueblo, a disfrutar de sus fiestas y los fines de semana, de senderismo por nuestros montes cercanos con el bocata de filete empanado y la tortilla de patatas.
Aunque forzados, estamos experimentando un cambio de valores, de actitudes, y son en las épocas de crisis o desastres, cuando el ser humano saca lo mejor que lleva dentro. Hay una palabra que en épocas como éstas adquiere más significado, solidaridad.
La solidaridad entre personas, que nos permita unirnos a otras personas, ayudar, participar, colaborar y aunar esfuerzos para sacar adelante, entre todos, iniciativas y proyectos. Durante miles de años, esta solidaridad ha permitido a los pueblos avanzar, sortear los problemas y las dificultades en aras del bien común.
Existe en nuestra sociedad colectivos catalizadores de esta solidaridad, ONGs, Caritas, Cruz Roja, asociaciones, la Iglesia o grupos religiosos, que llevan muchos años trabajando por los más necesitados y los más débiles de esta aldea global.
Es momento de ayudar, de colaborar, de acercarnos a echar una mano, de invertir parte de nuestro tiempo en solidaridad, miles de años han demostrado que es la mejor forma de afrontar los problemas de nuestra sociedad.
Participa. Colabora. Implícate. Mójate. Príngate. Ayuda. Se solidario.
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