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domingo, 10 de abril de 2011

PEDRO MORALES MUÑOZ, "EL ALCALDE DEL GRIFO".-

Nos hacemos eco de un artículo publicado en el blog de Francisco Baquero Luque y que hoy reflejamos en esta web con el permiso de su autor, y que más allá de la anécdota, refleja como con empeño, buen hacer y pocos recursos, se pueden conseguir grandes cosas. 





Era el año 1.967. Uno antes, había accedido al cargo de Alcalde de Cártama, Pedro Morales Muñoz. Entonces, Cártama aún seguía padeciendo las dos grandes carencias que arrastraba de siglos y siglos: agua corriente en las casas (y muy poca en las fuentes) y, de alcantarillado.

Por ello, los varones seguian haciendo sus urgencias fisiológicas en campo abierto, generalmente de noche, si podían aguantar hasta su llegada; las mujeres se aliviaban en las cuadras de la burra que solía haber en casi todas las casas. Ello, era el motivo de endemias, especialmente tifus e "infeccion al vientre" que costaron a esta población no pocas vidas. Una de estas epidemias de los años cuarenta del pasado siglo, fue famosa por la mortandad que provocó, y se llamó, a saber por qué, la del "piojo verde". Ese campo de evacuación era denominado el muladar --"mulear" en argot abreviado-- . 
Amén de lo dicho, a la salida de cada callejuela hacia el "mulear" estaban los llamados pudrideros, vaciaderos de basuras, incluídas las procedentes de orinales y desperdicios de las casas. Quien esto escribe colaboraba en prensa desde los años 65, y envió a un diario de la capital una crónica denunciando esta situación de la higiene pública. Se me deviolvió sin publicar hasta que no la fundamentara en fotografías o documentos fehacientes, y ello, en pleno franquismo, por razones obvias. Entonces, a este escribidor no se le ocurre otra cosa que llamar al Notario de Álora para que tras recorrer el perímetro del cagadero público a cielo estrellado, o nublado (el menester no entendía de meteorología), diera fe del número aproximado de mierdas que había. Excuso explicar la cara de sorpresa que puso el fedatario cuando le dije de que se trataba mi instancia. Pero a final, divertido, pusos mano a la obra, y acompañado del vecino, Fernando Benítez Rebollo (vive y es testigo de excepción), éste con una caña le ayudaba a contabilizar por grupos las "catalinas". En el perímetro comprendido entre el Molino de las Peñuelas a la era de Ramoliche, un kilómetro de largo por 100 metros de ancho, se contabilizaton, por defecto, 16.000 mierdas, de lo que buen notario levantó acta.

La dicha acta se la entregué al porpio alcalde, Pero Morales Muñoz, anunciándole que sobre ella iba a hacer una ajustada crónica. Me rogó que no lo hiciera y le diera una copia, y me prometió por toto lo prometible que ante lo razonable de mi inquietud ciudadana, él no pararía hasta ponerle a Cártama el "grifo" con agua corriente en cada casa y alcantarillado, y si para ello tenía que pedir audiencia al mismísimo Caudillo, que así lo haría. Pûestp al habla con nuestro común amigo, José Fernandez López de Uralde (el tercero de la foto arriba insertada), porcurador a Cortes y Alcalde de Álora, éste le espetó: Pero Pedro, cómo vamos a pedir una audiencia a Franco para enseñarle un acta notarial contabilizando las mierdas que hay en tu pueblo. No era Pedro Morales persona que se desanimara por poca cosa y, si no con Franco, sí consiguió, acompañado del Alcalde de Álora, ser recibido por el entonces Principe de Asturias, don Juan Carlos de Borbón, hoy Rey de España, quien, una vez impuesto del contenido del acta notarial de marras, le dijo sin poder contener la risa: "Alcalde, por mi condición Real le prometo mi ayuda y, por supuesto, que esta acta la ve el Caudillo". Y así fue como este alcalde, el del "grifo", dotó a Cártama de agua corriente y alcantarilado, amén de que fue el que saneó la hacienda municipal hasta obtener superavit.

La foto de cabecera da fe de esta historia que protagonizó un alcalde de los que cumplian su palabra, de aquellos de los de antes de la guerra. Buen ejemplo.

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