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lunes, 15 de febrero de 2010

JOSÉ GONZÁLEZ MARÍN

“Inteligente y sensible, es un intérprete personal, inconfundible e inimitable”, “El suceso González Marín se ha salido del teatro para hacerse genérico a todo lo ancho y profundo de la emoción”, “Un nuevo modo de recitación. “La Andalucía se ha transformado en hombre para reclamar los versos de sus poetas”, “¡eres un animal¡”, “El arte de González Marín tiene sus raíces más hondas y su más comprensible excelencia en el sentimiento de lo popular; de ahí su vigor y su atractivo indiscutible”.

Estas son algunas de las frases que dijeron sobre él, personajes de la época como Jacinto Benavente, Ramón del Valle Inclán, Enrique Díez Canedo, Manuel Alcántara, Evaristo Ribera Chevremont, Rafael Suárez Solís, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero.

Nacido en Cártama en 1889, estudiante de derecho que pronto encontró su gran vocación, el teatro. Actuó como rapsoda e interprete en escenarios de medio mundo, amigo de la realeza de la época, de artistas, de presidentes de la república y de personajes como Alberti, Salvador Rueda o García Lorca, fue condecorado con la Gran Cruz de Isabel La Católica y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, en Málaga.

Dos hechos definen la forma de ser de González Marín, una, llevar al pueblo llano las obras de Fray Luis de León, Calderón de la Barca, Garcia Lorca, del que siguió recitando sus versos en plena posguerra, y la otra, llevarse a América a la Virgen de los Remedios, Patrona de Cártama, para salvarla de la quema, devolviéndola a su lugar de origen una vez terminado el conflicto.

Varias ciudades y municipios tienen a González Marín como hijo adoptivo, llevó por medio mundo el nombre de su pueblo y a su virgen, a la que hoy día tantos cartameños veneran e intercedió para salvar de la prisión a varios presos republicanos, vecinos de Cártama.

Esa Cártama que no le ha hecho honor a su ilustre hijo, y que pretende condenarlo en el olvido, apenas unos pocos recuerdan lo que fue y quién fue José González Marín, el juglar de los juglares, un teatro en remodelación que tenía su nombre y que no sabemos si continuará llevándolo, una calle y una fundación que a duras penas mantiene su memoria. No hay un colegio que lo recuerde, no hay un museo donde exponer la numerosa documentación que existe sobre él, e incluso el certamen de rapsodas en su honor, hace unos años que desapareció.

Hay una frase que se la atribuyen a González Marín y dice lo siguiente: “Es mi deseo que me entierren de noche, en horas de madrugada, para que no vayan tras mi cadáver los que me zahirieron y mortificaron en vida, por el sólo delito, de haber sido el poeta que más ha cantado la tierra de su cuna”.

Juan Andrés Vera.-

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