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martes, 17 de agosto de 2010

LA GENERACIÓN PERDIDA.-

En estos días, la Organización Internacional del Trabajo (O.T.I.), ha hecho público sus balances e informes donde exponen que el desempleo juvenil ha alcanzado niveles históricos con una tasa del 13 % entre los jóvenes de 15 a 24 años de edad, en el año 2009 y con una previsión al alza para este año.

Europa ha registrado el mayor aumento de su historia en paro juvenil, encabezando esa lista España y el Reino Unido.

Aunque para 2011 se prevé una mejoría, zonas como Oriente Medio y África del Norte seguirán generando más paro juvenil.

Sara Elder, economista de la O.T.I., llama ya "la generación perdida" al “grupo de jóvenes desanimado que, después de una larga y frustrada búsqueda de empleo, se excluyen del mundo laboral”. El resultado es que este círculo de pobreza laboral, persistirá, al menos, otra generación más.

A mi generación la llamaron Generación X, fuimos los nacidos después del Babby Boom, detrás vinieron la Generación Y, o los J.A.S.P. (jóvenes aunque sobradamente preparados). Ahora creo que va por la Generación Ni-Ni, ni estudian ni trabajan, los mileuristas, con suerte porque tienen trabajo, que no se pueden permitir independizarse o formar una familiar, y que se ven obligados a vivir con sus progenitores, jóvenes frustrados, porque no ven recompensado ni su esfuerzo ni su trabajo, ingenieros, médicos, economistas, que ven en la función pública su única salida.

Es muy triste llamar a una generación, la generación perdida, más, cuando miramos atrás y vemos como la historia ha calificado a los que nos antecedieron, el Siglo de Oro Español, con Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca; la Edad de Plata, con los premios nóbeles como Ramón y Cajal y Echegaray o la Generación del 27, con García Lorca, Alberti, Cernuda o Dámaso Alonso.

Ésto nos debería de hacer reflexionar, ya que nuestros jóvenes, son el futuro y el motor del desarrollo económico e intelectual de un país, y hacernos pensar, en qué nos hemos equivocado, para no repetir los mismos errores con nuestros hijos.

Juan Andrés Vera.-

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